Dejar ir no significa darse por vencido, sino aceptar que hay cosas que no pueden ser.

Suenas como cuando tus pasos viene hacia a mi y mis oídos apenas te escuchan. Suenas como cuando tus besos queman mi piel. Te escucho, tan profundamente dentro de ti que las palabras mueren en tu lengua antes de nacer. Ahora se nos hace tan rara y absurda la despreocupación, inventas, inventamos palabras que no nos hacen desconfiar...
No tengo nada que perder, para ello te extraño demasiado. Y no voy a dejarte girar en circulo tú solo, porque comprendimos y decidimos que lo mejor es caminar en linea recta, ahora que podemos caminar juntos y de la mano, ya no quiero correr más, quiero andar, andar muy despacio para poder medir cada paso que podamos tropezar y caer, aunque no quiero caer, prefiero volar... quiero echar a volar y despejarnos queriendo imaginarnos flotando por segundos en las nubes, poder ver todo desde arriba como es en realidad la realidad de la vida, la que nos persigue y tenemos, quedarte mirando las estrellas sentado desde una cama de agua. Pensar que cada día es uno menos para vivir y uno más para disfrutar. Aún no es la hora de rendirse...

No hay comentarios: